La ridícula idea de no volver a verte

Acabo de leer el primer libro de Rosa Montero en mi vida.

En realidad no pensaba que tuviese la estructura que tiene: mi papá me dijo que era un libro sobre Marie Curie y me contagió su entusiasmo por leerlo. Lo empecé poco después que él, pero no entendía en qué momento empezaba exactamente. No sabía si saltarme el prólogo o no, dado que algunas veces me he visto atacado por spoilers luego de leer el prólogo y, créeme, la sensación es mucho peor en un libro.

Lo importante es que no sabía cuándo exactamente empezaba la historia de verdad. Y resulta que nunca, nunca empezaba exactamente, todo era un extenso diálogo de Rosa Montero consigo misma reflexionando en cómo su vida es parecida a la de Marie Curie.

Al principio me pareció muy extraño y se me bajaron las ganas de continuar con el libro, hasta que empecé a ver las fotografías de cómo era Curie. Una mirada tan seria y profunda que me impulsó a desentrañar su personalidad.

A pesar de que la autora parece una adolescente escribiendo un libro, debido a la alta cantidad de hashtags que encontré en su texto, creo que el libro vale la pena. Pero vale mucho más por los extractos sobre el diario de Curie y las reflexiones que la autora hace sobre eso.

Sin embargo, removería mucho contenido sobre las reflexiones que hace Montero sobre su vida misma. El diario de Curie está colmado de dolor, de angustia y refleja con palabras exactas, como si escribiese el dolor mismo, lo que es perder a un ser querido y además necesitarlo con todas las fuerzas.

No quiero decir que Montero haya sentido dolor o que esté subestimando su obra. Es que se queda sumamente corta al lado de los textos de Curie. Tanto así que cuando llegué al apéndice del diario me quedé con él.

Escribiré algo que tal vez a los seguidores de Montero les cause mucha molestia, pero siento mucho la necesidad de hacerlo:

Si al libro le quitase todas las palabras de Rosa Montero, la sensación que me cause sería exactamente la misma como ahora.

Misael Abanto, sobre La ridícula idea de no volver a verte

Estoy convencido de que el verdadero fin de un libro, más allá de si es bueno o malo, es el de hacerte sentir algo. Este sentimiento no sería nada diferente con o sin las palabras de la autora.

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